jueves, 15 de julio de 2010

¡Estoy a favor del matrimonio entre católicos!

Por Matias Gonzalez

Estoy completamente a favor del permitir el matrimonio entre católicos. Me parece una injusticia y un error tratar de impedírselo.

El catolicismo no es una enfermedad. Los católicos, pese a que a muchos no les gusten o les parezcan extraños, son personas normales y deben poseer los mismos derechos que los demás, como si fueran, por ejemplo, informáticos u homosexuales.

Soy consciente de que muchos comportamientos y rasgos de carácter de las personas católicas, como su actitud casi enfermiza hacia el sexo, pueden parecernos extraños a los demás. Sé que incluso, a veces, podrían esgrimirse argumentos de salubridad pública, como su peligroso y deliberado rechazo a los preservativos. Sé también que muchas de sus costumbres, como la exhibición pública de imágenes de torturados, pueden incomodar a algunos.
Pero esto, además de ser más una imagen mediática que una realidad, no es razón para impedirles el ejercicio del matrimonio.

Algunos podrían argumentar que un matrimonio entre católicos no es un matrimonio real, porque para ellos es un ritual y un precepto religioso ante su dios, en lugar de una unión entre dos personas. También, dado que los hijos fuera del matrimonio están gravemente condenados por la iglesia, algunos podrían considerar que permitir que los católicos se casen incrementará el número de matrimonios por "el qué dirán" o por la simple búsqueda de sexo (prohibido por su religión fuera del matrimonio), incrementando con ello la violencia en el hogar y las familias desestrucuturadas. Pero hay que recordar que esto no es algo que ocurra sólo en las familias católicas y que, dado que no podemos meternos en la cabeza de los demás, no debemos juzgar sus motivaciones.

Por otro lado, el decir que eso no es matrimonio y que debería ser llamado de otra forma, no es más que una forma un tanto ruin de desviar el debate a cuestiones semánticas que no vienen al caso: Aunque sea entre católicos, un matrimonio es un matrimonio, y una familia es una familia.
Y con esta alusión a la familia paso a otro tema candente del que mi opinión, espero, no resulte demasiado radical: También estoy a favor de permitir que los católicos adopten hijos.

Algunos se escandalizarán ante una afirmación de este tipo. Es probable que alguno responda con exclamaciones del tipo de "¿Católicos adoptando hijos? ¡Esos niños podrían hacerse católicos!".

Veo ese tipo de críticas y respondo: Si bien es cierto que los hijos de católicos tienen mucha mayor probabilidad de convertirse a su vez en católicos (al contrario que, por ejemplo, ocurre en la informática o la homosexualidad) , ya he argumentado antes que los católicos son personas como los demás.

Pese a las opiniones de algunos y a los indicios, no hay pruebas evidentes de que unos padres católicos estén peor preparados para educar a un hijo, ni de que el ambiente religiosamente sesgado de un hogar católico sea una influencia negativa para el niño. Además, los tribunales de adopción juzgan cada caso individualmente, y es precisamente su labor determinar la idoneidad de los padres.

En definitiva, y pese a las opiniones de algunos sectores, creo que debería permitirles también a los católicos tanto el matrimonio como la adopción.

Exactamente igual que a los informáticos y a los homosexuales.

lunes, 29 de marzo de 2010

El tejado de vidrio de la superpotencia

Por Manuel E. Yepe
Cuando la cancillería estadounidense hizo públicos el once de marzo sus “Informes acerca de la práctica de los derechos humanos por países en 2009″ (Country Reports on Human Rights Practices for 2009), atribuyéndose el papel de juez mundial en la materia, su contenido provocó, como ya se ha hecho habitual, una mezcla de indignación, rechazo y burlas en todo el planeta.
El gobierno chino, haciendo gala de la paciencia y la sabiduría que son características de los pueblos asiáticos, se limitó en esta ocasión a responder al agravio con la presentación de un documento que llamó “Registro de los derechos humanos en los Estados Unidos en 2009″ (The Human Rights Record of the United States in 2009).
El informe elaborado por Washington contra todo el mundo contenía acusaciones por supuestas violaciones de los derechos humanos en todas partes. La gravedad de las imputaciones variaba arbitrariamente según el estado de las relaciones oficiales de Estados Unidos con cada una de las naciones justipreciadas y, en casi todos los casos, trascendía la intención de ejercer una presión coyuntural, formular una amenaza o premiar, mediante alguna justificación, un servicio prestado o una conducta agradecida por la superpotencia.
Se omitían, por supuesto, las transgresiones y los abusos en territorio propio, así como los excesos practicados contra naciones extranjeras o los patrocinados por Estados Unidos en otros países.
El Registro, según sus ejecutores chinos, tiene el propósito de facilitar a las personas de todo el mundo el conocimiento de la situación real de los derechos humanos en los Estados Unidos.
Se nutre de datos oficiales del gobierno o que han aparecido, convenientemente dispersos, en la prensa de los Estados Unidos, así como en los medios públicos de muchos otros países.
Con ejemplos concretos, el documento presentado por China relata las constantes violaciones de los derechos civiles y políticos a que están expuestos, o que sufren, los ciudadanos de Estados Unidos a causa de cotidianas agresiones contra sus vidas, sus propiedades y su seguridad personal.
Reseña, con abundantes datos y evidencias, la manera en que le son negados a los estadounidenses un buen número de derechos económicos, sociales y culturales universalmente reconocidos.
Muestra la intensidad con que actúan la discriminación racial y la que se ejerce contra los grupos minoritarios, así como la violencia que se ejerce contra los inmigrantes indocumentados. Demuestra con ejemplos cómo son violados los derechos de la mujer y el niño que la comunidad internacional ha promulgado en las Naciones Unidas y que Estados Unidos prácticamente ignora.
El Registro demuestra la manera reiterada y sostenida con que Washington viola los derechos humanos de otros pueblos al imponer su hegemonía y dominación mediante su enorme poderío militar.
En el documento se aprecia cómo Norteamérica, que tiene el mayor gasto militar y el más rápido incremento de su presupuesto bélico, alimenta la inestabilidad global por su condición de máximo promotor de guerras y primer vendedor de armas del planeta.
El Registro muestra que Estados Unidos hace caso omiso de los convenios internacionales sobre derechos humanos y otros afines, como el Pacto Internacional de derechos económicos, sociales y culturales y la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, que no ha ratificado aún tras 32 y 29 años de haberlos suscrito, respectivamente.
En el documento se resalta que Estados Unidos, que aboga por la “libertad de expresión”, la “libertad de la prensa” y la “libertad de Internet”, restringe la libertad de sus ciudadanos para acceder y distribuir información e instala equipos de intervención de líneas telefónicas por doquier, así como utiliza la seguridad de Internet como excusa para supervisar e interferir en los sistemas personales.
El Registro demuestra cómo Washington manipula el tema de los derechos humanos como instrumento político contra los países pobres aplicando un doble rasero en función de sus propios intereses estratégicos, interfiriendo en los asuntos internos de otras naciones.
En las líneas finales del texto del Registro, el gobierno chino invita al gobierno de Estados Unidos a sacar las lecciones de la historia, a esforzarse por mejorar las condiciones para el ejercicio de los derechos humanos de sus ciudadanos y rectificar su reprochable actuación en este campo en todo el mundo.
Con la denuncia contenida en este documento, el gobierno chino presta un servicio de gran valor a los pueblos y gobiernos del tercer mundo que disponen ahora de un arma defensiva contra la ofensiva de recolonización de Estados Unidos, basada en su dictadura mediática global y su diplomacia de chantajes y amenazas.
En lengua inglesa, el documento chino tiene algo más de 8 mil palabras y recoge una asombrosa cantidad de datos y precisiones que dan una medida -que trasciende lo cuantitativo- de que Estados Unidos es la nación menos indicada del planeta para evaluar el grado de respeto de los derechos humanos. La sola constatación de la realidad que se refleja en el Registro deja ver que el desarrollo del capitalismo ha reducido a Norteamérica a la condición de centro de donde emanan las más crueles violaciones de los derechos humanos y expresión de los peores primitivos instintos egoístas que el capitalismo exacerba en la naturaleza humana.


El tejado de vidrio de la superpotencia

domingo, 7 de marzo de 2010

Las muertes que son noticia, el caso de Orlando Zapata

Pronunciamiento del Partido Humanista Internacional

Es claro que el caso de Zapata Tamayo ha sido peraltado por la prensa y puesto en un primer plano, siendo que hay muchos otros temas vinculados a violaciones de derechos humanos que se esconden bajo la alfombra o se minimizan. Una muerte siempre es lamentable; pero para los medios de difusión a veces pareciera que hay muertes “VIP”, y otras muertes meramente estadísticas, según sea lo que quieren premiar o castigar. Y ya sabemos que la mayoría de los medios peraltan o minimizan según los intereses de las potencias y del Poder Económico. Y esta cuestión de intereses económicos es transversal a los viejos bandos ideológicos; porque no solamente estos medios no resaltan por igual los muertos, torturados y hambrientos por causa del sistema capitalista, sino que tampoco se ocupan mucho de la falta de libertades y la violación de los derechos humanos en China, con quien hacen buenos negocios.

Y es en este marco de hipocresía, que debemos considerar también la oportunidad y la proporción de nuestros posicionamientos, para no dejarnos llevar por las prioridades del sistema, ni creernos sus medias verdades. No nos parece entonces que debamos entrar en detalles de hasta que punto Zapata Tamayo era o no un preso político, porque por otra parte mucha de la información que circula, en uno u otro sentido, responde a intereses diversos. Nos parece que el punto es proporcionar el tema dentro de un contexto de hipocresía internacional, para evitar caer en su juego.
Indudablemente Cuba no es un paraíso, por contradicciones internas y por presiones externas. Indudablemente Cuba no es una democracia real…tampoco las otras.

Indudablemente en Cuba hay ciertos derechos que no se respetan….y en la mayoría de los demás países hay otros que tampoco. Indudablemente la Nación Humana Universal a la que aspiramos no se organizará como lo hacen los países comunistas….pero tampoco como lo hacen quienes critican a Cuba.

Es difícil no caer en ninguno de los bandos, destacando las contradicciones del “enemigo” y disimulando las de los “amigos”. Y es tan común a veces formarnos opinión por lo que dicen los medios, como tentarnos a la polarización de creer que todos los que son criticados por los medios son inmaculados. Será bueno mantener siempre la coherencia en nuestros valores, los de la No-Violencia, la igualdad de oportunidades, la libertad, la democracia real, y en base a esos valores posicionarnos, sin la tentación de los bandos. Pero aún así, el sentido de oportunidad y la prioridad que otorguemos a un conflicto, a la hora de posicionarnos públicamente acorde a nuestros valores, debe atender a no caer en la trampa del oportunismo de quienes controlan los medios de comunicación.

Por lo tanto, no nos parece que haya que salir a opinar del tema de Zapata Tamayo, solo porque a la prensa se le ocurre que es una prioridad. Pero si nos preguntaran que opinamos de todo esto, podremos decir que lamentamos la muerte por decisión propia de este preso cubano, como también lamentamos los muertos y torturados de Guantánamo, los cientos de miles muertos en Irak, y los millones que mata la violencia económica. Y si de libertades políticas hay que hablar, pidamos por la libertad política en Cuba, pero también en China y en Honduras, por dar algunos ejemplos. Y si de libertad de expresión se trata, que los medios dejen de ser la voz de los que tienen recursos para aparecer en ellos. Y si de igualdad de oportunidades se trata, cambiemos al mundo entero, porque no existe en ningún lado.